Prenda propia de las clases más acomodadas (nobleza y alta burguesía) la hopa surge ya avanzado el siglo XIV. Citando a la profesora María Martínez, de la Universidad de Murcia, en su artículo "Indumentaria y sociedad medievales (ss. XII-XV)", podríamos decir que la hopalanda era "una prenda de longitud variable (más larga en ceremonias) ajustada a los hombros desde donde caía suelta para ceñirse con un cinturón. Pero lo más destacable de la misma era el empleo de unas mangas tan anchas que incluso llegaban hasta el suelo, o bien el uso de cuellos tan altos que tapaban las orejas."
Esta prenda de lujo podía ser tanto holgada como ceñida y generalmente estaba forrada de piel. Dado que no se vestía sobre ella ninguna otra prenda, se incluye dentro de las ropas de cubrir o sobretodos.
En la península, los primeros datos del uso de esta prenda, procedente de Borgoña y Francia, los encontramos en el reino de Navarra.
