Según establecen los profesores Carmen Bernis y Gonzalo Menéndez Pidal, el término capiello se aplica a tocados muy diversos.
El capiello de los caballeros es de forma cilíndrica y podía estar ricamente adornado, con pedrerías, corales u otros materiales preciosos. Junto a estas líneas vemos el de Fernando de la Cerda (1255-1275), conservado en el Museo de Las Huelgas de Burgos. Tiene un armazón de lienzo y madera.
En el siglo XIV tiende a estrecharse en la parte superior.
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Los capiellos redondos, usados por gentes de muy diversa condición, tienen una vuelta y podían estar forrados de tela o piel.
Los capiellos en forma de boina eran muy comunes entre clérigos y médicos. Bajo estas líneas vemos a un médico que lo viste.