LA CAPA Y EL MANTO

Los mantos y capas son considerados  ropa de cubrir, por lo que sobre ellos no se vestía ninguna otra prenda. Su tipología es muy amplia, especialmente entre los modelos masculinos. Las clases populares usaban las modalidades más funcionales, como el balandre.

Esta modalidad, propia de pastores y labradores, cubría pecho y espalda hasta la cintura y podía tener capirote o carecer de él.
Otro de los tipos populares era la capa aguadera, usada por peregrinos y viajeros para protegerse de las inclemencias del tiempo.

 



 

Al margen de los ejemplos citados, las capas y mantos eran prendas propias de personas con un cierto nivel social. Capas con cuerdas, con mangas, redondeles o capapieles (forradas de piel) son algunas de sus variedades.




 


La capa con cuerdas, como su nombre indica, estaba sostenida por un cordón y cruzaba el pecho  de manera que uno de los brazos podía quedar al descubierto.





 

El redondel, típico de la moda española hasta finales del siglo XV, es un manto de forma circular con un orificio para sacar la cabeza. Son característicos de esta prenda su abertura lateral en lado derecho, el hueco para sacar el brazo izquierdo y el  gran cuello de piel (trascol) que cubría los hombros.



 
Un tipo de manto más solemne, vestido exclusivamente por personajes principales, es el rectangular, ropaje de orígenes romanos.

Las capas semicirculares sin cuerda eran también sobretodos comunes entre las clases más acomodadas. Tanto este tipo como la capa con cuerdas era muy común entre las mujeres. Niñas y doncellas podían llevar un manto rectangular, conocido como alquicel, de manera que les cubriera la cabeza.
 
En los últimos años del siglo XIV encontramos unos mantoncillos cortos, típicos de la moda femenina española.


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  • ACTUALIZADO EL 21 DE ABRIL DE 2019

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