Los primeras armas de fuego fueron inventadas en China a principios de nuestra era y traídas por los árabes a Europa en el siglo XIII. Su uso crecerá de forma imparable a lo largo de todo el siglo XIV, especialmente a partir de la segunda mitad.
La primera representación occidental la encontramos en "De Notabilitatibus Sapientis et Prudentia Regnum", de Walter de Millimete, fechado en 1326. La miniatura que aparece bajo estas líneas fue realizada en Inglaterra entre 1326 y 1327 en una obra del mismo autor.
La primera representación occidental la encontramos en "De Notabilitatibus Sapientis et Prudentia Regnum", de Walter de Millimete, fechado en 1326. La miniatura que aparece bajo estas líneas fue realizada en Inglaterra entre 1326 y 1327 en una obra del mismo autor.
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Esta pieza, sobre una soporte de madera, era empleada para lanzar dardos de metal.
En la Crónica de Alfonso XI encontramos la siguiente descripción de los disparos de cañones árabes que defendían Algeciras en 1342:
"Los moros de la cibdat lanzaron muchos truenos contra la hueste en que lanzaban pellas de fierro muy grandes, et lanzábalas tan lejos de la cibdat que pasaban allende de la hueste alguna d'ellas, et algunas d'ellas ferian en la hueste"
En la Crónica de Alfonso XI encontramos la siguiente descripción de los disparos de cañones árabes que defendían Algeciras en 1342:
"Los moros de la cibdat lanzaron muchos truenos contra la hueste en que lanzaban pellas de fierro muy grandes, et lanzábalas tan lejos de la cibdat que pasaban allende de la hueste alguna d'ellas, et algunas d'ellas ferian en la hueste"
Era común que los cañones tuvieran dos partes separadas, la caña (la parte anterior, recorrida por el proyectil) y la recámara, que contenía la pólvora. Unas argollas servían tanto para unirlas entre sí como para fijar el conjunto a la base de madera.
Los cañones más primitivos eran pequeños y estaban formadas por la unión de barras de hierro reforzadas con anillos del mismo metal. Aunque la artillería del siglo XIV era en su mayor parte de hierro forjado, con el tiempo se impusieron los cañones de bronce fundido.
A lo largo de la centuria aparecen bombardas de distintas longitudes y calibres. El alcance efectivo de estas piezas, que disparaban bolas de piedra o hierro, rondaba los 200 metros.
Las mayores bombardas podían alcanzar los 6 metros de longitud y se utilizaban en asedios. Su carga era dificultosa y lenta, no pudiendo realizar más de 8 disparos (para aligerarla se contaba con dos recámaras, una se iba cargando mientras se disparaba la otra)
En esta miniatura de un códice del siglo XIV vemos cómo se combina el uso de la bombarda y el trabuco con el ataque de tropas lanzaproyectiles.
A lo largo de la centuria aparecen bombardas de distintas longitudes y calibres. El alcance efectivo de estas piezas, que disparaban bolas de piedra o hierro, rondaba los 200 metros.
Las mayores bombardas podían alcanzar los 6 metros de longitud y se utilizaban en asedios. Su carga era dificultosa y lenta, no pudiendo realizar más de 8 disparos (para aligerarla se contaba con dos recámaras, una se iba cargando mientras se disparaba la otra)
En esta miniatura de un códice del siglo XIV vemos cómo se combina el uso de la bombarda y el trabuco con el ataque de tropas lanzaproyectiles.
El ribadoquín (varios cañones pequeños colocados en una carreta cubierta de hierro) fue utilizado en Tournay en 1340, y en Verno en 1387.
Es muy conveniente la lectura del estudio:
- "Las dos bombardas de la Condesa de Montijo. Inicios y desarrollo de la Artillería de hierro forjado en la Baja Edad Media", de Julio González Alcalde, publicado en "Militaria. Revista de Cultura Militar".