En un siglo en que las guerras eran frecuentes, los castillos defendían puntos estratégicos al tiempo que podían servir de refugio a los habitantes de poblaciones cercanas.
El objetivo era dificultar al máximo el asalto de los sitiadores provocando el mayor número de bajas desde cada línea defensiva. Por ello los diseños de las fortificaciones se fueran haciendo progresivamente más complejos.
Era habitual construir una primera muralla poco elevada, la barbacana, que frenara el avance pero cuya altura no facilitara el ataque a la siguiente línea defensiva en caso de ser tomada.
Con la ventaja que la altura les proporcionaba un arquero podía lanzar sus flechas protegido tras una almena.
Fuerte de San Andrés, Villeneuve Lez Avignon
Tanto las almenas como los muros podían contar con saeteras desde las que disparar con mayor protección.
Fuerte de San Andrés, Villeneuve Lez Avignon
Foto: Sciapoda
Además de la construcción de murallas, la elección de un emplazamiento de difícil acceso y la preparación de fosos eran recursos muy utilizados en fortalezas de toda Europa.
En la foto, el primer foso y muralla del castillo de Vicennes, en París (la torre que aparece en primer plano igualaba en altura a la que vemos al fondo, entrada del recinto).
En el siglo XIV era habitual que las puertas de acceso estuvieran en torres o que se encontraran flanqueadas por ellas.
En Villeneuve Lez Avignon encontramos los restos del "Fuerte de San Andrés" (Fort Saint-André), construido en 1360. Como puede verse en la fotografía sus macizas torres escoltan la entrada.
Foto: Sciapoda
No era extraño que sobre las puertas se abrieran espacios desde los que arrojar líquidos ardientes a los atacantes que pretendían batir la puerta. A la izquierda podemos apreciar el matacán sobre la puerta de acceso al Fort de Saint-André.
Foto: Sciapoda
Junto a estas líneas, la vista que tendría un defensor desde el mismo.
Foto: Sciapoda
Una vez superada la primera puerta, se accedía a un pasaje cerrado en el que los atacantes debían iniciar un segundo asalto bajo el fuego enemigo. En esta maqueta de la puerta de Champeaux del palacio fortificado de los pontífices en Aviñón vemos el sistema de doble rastrillo que permite bloquear el acceso en dos puntos.
En el recinto interior el patio de armas daba acceso a las distintas dependencias. Entre ellas destacaba la torre del homenaje, residencia del señor, que podía tener una entrada elevada.
Torre del homenaje del castillo de Vicennes, en París
Foto: Sciapoda
Foto: Sciapoda
Las ciudades que podían permitírselo solían proteger su perímetro. La ciudad de Aviñón aún conserva sus magníficas murallas del siglo XIV en cuyo lienzo se suceden numerosas torres.
En Dialnet podemos leer o descargar en formato PDF el estudio "La fortificaciones de la Baja Edad Media en la provincia de Sevilla", de la profesora Magdalena Valor Piechotta (Universidad de Sevilla).
Es también muy recomendable el artículo "La frontera de Granada a mediados del siglo XIV", escrito por Manuel García Fernández, de la Universidad de Sevilla (Revista de estudios andaluces, Nº 9 (1987), pp. 69-86)