EL SITIO Y EL ASALTO

  
 Copyright © The British Library

Cuando las plazas fortificadas no podían ser tomadas por sorpresa o  tras un proceso de negociación, era necesario el sitio y llevar a cabo un asalto. En esta imagen del siglo XIV vemos como, al tiempo que se negocia la rendición,  se socavan los cimientos de la muralla.

El sitio podía llegar a ser muy largo. En este caso, tanto  sitiadores como sitiados podían sufrir enfermedades y la carestía de alimentos. El primer paso era rodear la ciudad o fortaleza para impedir que recibiera suministros.

Era habitual que el ejército sitiador montara campamentos a salvo del fuego enemigo. Junto a estas líneas vemos el montaje de una tienda con estacas de madera.
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En la imagen inferior vemos el mismo tipo de tienda, redonda con un mástil central (el tendal), en un campamento cristiano. El mástil, que no solía ser de una pieza para facilitar su transporte, sostenía la tela, que era tensada con cuerdas. El vértice superior se solía cubrir con una pieza metálica (la cuenca) y estaba rematado por una o varias esferas de metal (las pellas).

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Los campamentos sitiadores también debían ser defendidos . Para ello, como vemos en la foto, podían atrincherarse.

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En el sitio el esfuerzo de tropas convencionales como las que vemos en la ilustración inferior, se complementa con el trabajo de zapadores e ingenieros.

Para franquear las defensas se podían emplear diversos métodos: el uso de escalas o torres de asedio, el socavamiento de las murallas mediante minado y el empleo de arietes o máquinas de guerra.

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El empleo de escalas era muy arriesgado ya que, como vemos en la ilustración inferior, los atacantes se ven expuestos al fuego enemigo mientras suben. Podían ser de cuerda o madera y cabía la posibilidad de empalmarlas si el muro era muy alto.

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Bajo estas líneas, vemos a los sitiadores  en una torre de asalto. Estos ingenios, que se adosaban al muro para iniciar el ataque, podían estar forrados para proteger a los asaltantes en su subida al nivel superior.

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El socavamiento de las murallas podía llevarse a cabo extrayendo piedras de su base o cavando túneles bajo la misma para minar sus cimientos. Los trabajadores empleaban como defensa la "gata", formada por tableros forrados de cuero o herrados que los protegían tanto de los proyectiles como de los líquidos abrasadores. En esta ilustración del siglo XIV los vemos trabajando con picos bajo una "gata" con ruedas.

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El acercamiento a los muros siempre era peligroso ya que los defensores arrojaban también piedras al tiempo que disparaban todo tipo de proyectiles.

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Las máquinas de guerra constituían una importante baza para ambos bandos. Haz clic en los enlaces correspondientes para descubrirlas.




El proyectil más habitual es el bolaño, como el que puede verse en la fotografía adjunta. Este es piedra arenisca y procede del sitio al que las tropas del rey Jaime II de Aragón sometieron a la ciudad de Almería en 1309. Si quieres consultar la ficha completa en CERES, haz clic en este enlace.
Foto:Miguel Ángel Marín Francisco
Museo de Almería



Si los términos de la rendición eran razonables y la presión de los atacantes la necesaria, la plaza podía llegar a rendirse. En la ilustración vemos la entrega de las llaves de una ciudad.




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  • ACTUALIZADO EL 21 DE ABRIL DE 2019

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